martes, 13 de diciembre de 2011

La Sociedad en el Siglo XVII. Amor y Muerte en el Siglo de Oro.



Médico de la Peste
 
El siglo XVII se caracteriza por la pervivencia de la sociedad estamental, en la que los estamentos privilegiados, clero y nobleza, ostentan derechos y deberes diferentes al resto de la sociedad. Cada estado social cumple una función concreta, bien sea rezar, luchar o trabajar por el mantenimiento de la sociedad. Pero, dicho cuerpo teóricamente armónico en su funcionamiento, se desajusta con cierta asiduidad como muestran las numerosas revueltas producidas en momentos de hambre y enfermedad. En este sentido, el siglo XVII es convulso pues es una centuria marcada por el aumento de la mortalidad debido a las innumerables guerras de religión (la Guerra de los Treinta Años comienza como un conflicto religioso más, si bien pronto adquiere un fuerte cariz político) y al recrudecimiento del clima, lo cual conllevó una crisis de subsistencia típica del Antiguo Régimen cuyas consecuencias se ampliaron, sobre todo en el caso de la peste, al concentrarse mayor número de la población en las ciudades que en épocas anteriores.

El Concepto del Amor.

A diferencia del concepto contemporáneo del amor, éste no es el motor del matrimonio o la pareja, que se forma sólo en tanto el interés que provoca dicha unión para ambas familias y según las posibilidades de cada estamento. La familia es entendida como familia tradicional patriarcal y extensa, es decir, con frecuencia conviven varias generaciones en la misma vivienda, sobre todo en el caso del tercer estado que carece de muchos medios económicos. Además la autoridad la ostenta el varón, cuya fuerza productiva es valorada. En este sentido, la mujer es una carga para la familia debido a su menor capacidad de trabajo, por lo que requiere de una dote que compense su supuesta improductividad.

Laurana, siglo XV. Busto de mujer.
El tipo ideal de mujer es hermosa, perferiblemente identificada con la figura materna, "una bella madre" a imitación de la Virgen María, y, por supuesto, sometida al varón. En este sentido la mujeres "buenas" para la sociedad son las doncellas, jóvenes casaderas que guardan su virginidad para el futuro marido, las mujeres casadas o las mujeres monjas que reservan su vida al Señor. Por el contrario, las "malas" mujeres son penalizadas socialmente con el ostracismo o, incluso, denuncias al Tribunal de la Inquisición, y estas son las adúlteras, las protitutas y las mujeres solteras que no han sido capaces de encontrar marido; también se penaliza a la viuda demasiado alegre e independiente.

A pesar de la moral social que penaliza la infidelidad femenina y debido a la ausencia de amor en el matrimonio, el adulterio es algo frecuente en el siglo XVII;  no en vano, Quevedo denomina al Siglo de Oro el Siglo de los Cuernos. Por ejemplo, existe el famonso epigrama escrito por el Conde de Villamediana burlándose del marido cornudo de la famosa actriz Josepha Vaca:

"Con tanta felpa en la cara,
y tanta cadena de oro,
el marido de la Vaca,
¿qué puede ser sino toro?"


La sociedad del siglo XVII es además permisiva con la prostitución que se considera como un mal menor. Así, en el Madrid de los Austrias están registrados más de tres mil prostíbulos, ya que dicha actividad no estaba prohibida en absoluto y, de hecho el mismo Felipe II la regula, decretando que las prostitutas no sean ni jóvenes doncellas ni mujeres casadas, para preservar su virtud, y que cada ocho días las visite el médico.

El matrimonio es más tardío para las mujeres del tercer estado que para la nobleza, siendo estas doncellas las únicas que casan apenas entrada la adolescencia y a cambio de una cuantiosa dote, normalmente con un hombre mayor que ellas el cual moldea su joven carácter un poco a su modo, pues, como señala Cervantes, "la mujer es un ser inferior". Las mujeres del tercer estado, que debían trabajar para conseguir algo de dote, entraban en la juventud antes de casarse.

El concepto de la Muerte.

La muerte es concebida como un castigo de Dios por el Pecado Original de desobediencia en el Paraiso; pecado en el que, recordemos, tiene gran protagonismo la mujer que convence al hombre, en principio bueno y reticente, a comer el Fruto Prohibido. Como castigo la Biblia explica que los hombres recibieron el trabajo, el sufrimiento y la muerte. Siguiendo esta idea, a raíz del siglo XIV con el gran estrago de la Peste Negra y sobre todo a partir del siglo XVII, la muerte toma forma de un esqueleto con guadaña o de una mujer siniestra tal y como es frecuente en nuestra cultura. Pero, en el siglo del Barroco el concepto de la muerte avanza un poco más pues comienza a hacerse usual la idea de igualdad ante la muerte, lo cual justifica en cierto modo la desigualdad que impera en la vida real. En este sentido la muerte es aceptada.

Se acepta que el momento más importante en la vida de una persona es el momento justo de su muerte porque es en ese instante en el que se decide si su alma irá al Cielo o al Infierno. Es fundamental confesarse para limpiar los pecados, por lo que la muerte súbita, repentina, y el suicidio son temidos.

Famoso es el caso de la joven Marie Jacqueline, que, estando embarazada se suicidó para escapar
al deshonor. Su crimen fue declarado doble. Extraído el cuerpo del niño, fue enterrado en
el lugar designado en el cementerio para los recién muertos sin bautismo; en cambio,
el cuerpo de la madre fue arrastrado por las calles sobre un enrejado, colgado por los pies
con un letrero ignominioso y, finalmente, quemado, siendo sus cenizas esparcidas al viento.

Existe una obsesión por cumplir el proceso de la "buena muerte" para poder acceder al Cielo. Ante todo es necesaria la presencia de un sacerdote que ofrezca la extremaunción al enfermo y la gente fallece en su vivienda, quien la tuviere, rodeados de todos los familiares más cercanos, incluidos los niños. Justo en el último segundo de vida se aparece el Diablo al enfermo, quien permanece a los pies de la cama e intenta tentar al moribundo en el mismo momento de la agonía; en este proceso es fundamental estar preparado y permanecer tranquilo, a pesar de las espeluznantes descripciones que se hacen del Diablo:

Satán es un animal muy terrible, tanto por el tamaño desmesurado de su cuerpo como por su crueldad. (Libro de Job)

Satán tiene grandes cuernos, sus cabellos están completamente erizados, su rostro es horrible,
sus ojos redondos y llameantes, su nariz larga, retorcida y ganchuda, su boca
desmesuradamente grande, inspira horror y espanto, su cuerpo es completamente negro. (ídem)

En el momento de la defunción el alma escapa por la boca del moribundo en forma de parajillo, o como un niño desnudo, invisible a todos los presentes y en la habitación se desarrolla una batalla entre ángeles y demonios, disputando por el alma del muerto. Los familiares amortajan el cuerpo y lo entierran, como indica el cristianismo, esperando la Resurrección del Juicio Final, pero en el cementerio se entierran sólo los pobres ya que todo aquel que puede lo hace en la iglesia, siguiendo un estricto protocolo y en una carrera por acercarse al altar (no es igual ser noble o monje, u hombre o mujer)  Las iglesias periódicamente se limpian, especialmente en periodos de pestilencia, llevando la acumulación de huesos a la cripta y al osario. El estar en la iglesia y las misas pagadas tras la muerte son una garantía para el perdón de los pecados. Por ejemplo, en sus testamentos Isabel I de Castilla dejó pagadas veinte mil misas postmorten, y Felipe II treinta mil. Se trata de un proceso de muerte público y asistido por todos, máxime cuando el personaje es de calidad, ya que la muerte se acepta como parte natural de la vida.

In Ictu Oculi. Valdés Leal. Siglo XVII

Reflexionamos:

1.- Realiza un resumen de las ideas principales del texto.
2.- ¿Cuáles son las diferencias con respecto a la actualidad? Realiza un ensayo sobre este tema. No olvides que tu escrito debe tener una introducción, un cuerpo o desarrollo de las ideas, y una conclusión.